Cintíficos estadounidenses marcan un gran paso en lo que respecta a las investigaciones sobre la creación de vida artificial. Se ha producido una célula viva, que tiene como base el ADN.
Sus creadores la consideran la primera célula sintética del mundo, aunque este primer paso no es más una recreación de vida que ya existe, es decir que, convirtieron un tipo sencillo de bacteria en otra. No se trata, por lo tanto, de una vida desarrollada en su totalidad desde cero.
Sin embargo, el número uno del mapa del genoma humano, J. Craig Venter, afirmó que su equipo de investigadores se prepara para el objetivo máximo, proyectado a largo plazo: el diseñar organismos que funcionen de forma diferente a la que pretendía la naturaleza, para utilizarlos en con diversas utilidades y tareas. Venter ya está trabajando con la petrolera ExxonMobil, con miras a transformar las algas en combustible.
Según anunció Venter a la prensa, «…esta es la primera especie (las algas) capaz de reproducirse por sí sola que hemos tenido en el planeta cuyo padre es una computadora…». «…Lo hemos esperado mucho tiempo, y valió la pena», también señaló el doctor George Church, profesor de genética de la Facultad de Medicina de Harvard. «…Es un hito que tiene aplicaciones prácticas potenciales…».
Desde hace varios años, los científicos han trasladado genes individuales e incluso grandes piezas de ADN de una especie a otra. Pero el equipo del Instituto J. Craig Venter buscó dar un paso más adelante. Han llegado al punto de transplantar todo el genoma natural (el código genético) de una bacteria a otra y observaron las transformaciones que se producían, haciendo mutar a un germen que afecta a las cabras, en otro que afecta al ganado. Estos investigadores, también construyeron de forma total, el genoma de otra bacteria más pequeña, utilizando fragmentos de ADN, generados en el laboratorio, de acuerdo con un formato estándar.
Estos dos hechos funcionan como antecedentes de lo anunciado recientemente, con respecto a la posibilidad de crear vida artificial, como meta a largo plazo. Venter comparó este descubrimiento científico con el cambio de software de un ordenador, ya que representaría lo mismo, pero con seres vivientes.